Poesía de ningún lugar 🛤️

Ayúdame a no ver como verían tus ojos, ayúdame a olvidar el color de la luna, las formas de la noche... Ayúdame a no escuchar tu voz en todas partes, a no oír tu risa que con frecuencia me saca de la rutina, ayúdame a no intentar buscarte. Ayúdame a volverte más ordinario que sorprendente, a no pensar en ti en días normales ni festivos, tampoco en horas de trabajo. Ayúdame a sacarte de mi mente, ayúdame a no sentir que algún día llegaré a perderte, ayúdame a dejarte ir sin soltarte para siempre... 💜 Dalia Hernández © Derechos reservados 2020

Aun recuerdo ese día  cuando supe que a mí llegarías, han pasado ya nueve años en los cuales he aprendido a tu lado, porque nadie dijo  que el camino, fácil sería. Desde un inicio tuviste que luchar aferrándote a la vida y yo te hablaba... te esperaba, sabía que jamás te darías por vencida. Llegaste a mis brazos conmoviendome hasta las lágrimas, muchas veces no alcanzamos  a comprender de la vida el milagro hasta que tenemos con él el contacto más cercano. Yo lo entendí  hasta que te tuve frente a mí y juré protegerte... Mi vida, sin dudar, la daría por ti. Pudiste hacerme ver  las cosas desde otra perspectiva, con tu delicadeza quitas mi armadura y si acaso a veces soy ruda es para prepararte hacia la vida, para hacerte valiente y fuerte. Quisiera tenerte en una burbuja  donde nada malo te ocurriera, sin embargo las experiencias amargas  son las que nos ayudan a madurar  y a espiritualmente crecer. Mi pequeña niña... mezcla de fuerza y dulzura, deseo que seas siempre muy feliz,  yo lu

Veía una rosa blanca y en ella estabas tú. Sentía el sol de la mañana  besando con su calor mi cara, y en él estabas tú. Si miraba hacia la ventana contemplando un hermoso colibrí posándose alegremente sobre las flores... ahí estabas tú con tu mirada de mil colores. Si era noche de luna llena, salía a admirarla porque sabía  que desde tu ventana también la verías, nunca nos importó la distancia para contar juntos las estrellas o para sentir en la tarde la brisa fresca. Nunca fue indispensable  tocarte para poder besarte, porque estabas en todo porque tú, lo eras todo. Podía verte y sentirte  a mi lado siempre por tu esencia luminiscente. Hoy estas letras  son sólo el remanente de esos pétalos del amor marchito,  son las cenizas de un amor  que se convirtió en cárcel, en dolor, para finalmente ser humo de olvido. Dalia Hernández   © Derechos reservados  2018  Imagen: Violeta Pérez Anzorena

No morí cuando te fuiste de mi lado, fue un dolor agudo, lo confieso, fueron largos meses de amargo llanto extrañando tu rostro apasible, ese hermoso mar en calma de mirar perfecto. No morí cuando "hasta nunca" fue lo último que me dijiste, a pesar de haber disparado primero caí, pero seguí viviendo, porque aun con las heridas sangrantes prometí que jamás te buscaría y me juré que me levantaría. No morí y sé que tú tampoco, aunque también te fuiste mal herido, en los labios llevabas incrustrado el veneno de mis besos asesinos, los cuales prometí  que cada vez al recordarme te irían asfixiando  hasta dejarte sin sentido. No morí ni tú tampoco, aunque dentro de tus poros hayan quedado rastros de mi calor, de mi piel ceñida a tu figura porque no podía haber sido de otra forma. Fuiste tan mío como yo tuya.  Ahora caminamos por la calle jugando a ser dos desconocidos, tú sigues siendo el mismo ermitaño al que conocí en un principio, yo sigo siendo la misma que vive enamorada de la

Es verdad, no tengo rostro... no tengo nombre, pertenezco a ningún lugar. La religión es lo de menos, no tengo ideología política, no tengo familia, ni tengo edad. A pocos llamo mis amigos, algunos me han visto a los ojos pero nadie me ha visto llorar. No tengo una sonrisa, no siento emociones, todas las he estudiado,  las he memorizado y si es preciso las imito dependiendo la situación... Todos creen que soy empática por mi magnífica actuación. Algunos creen que soy  el egocentrismo encarnado, otros me llaman egoísmo, lo cierto es que yo  no creo en sentimentalismos. Transformo mi realidad  a una a la que me plazca mirar, no me suelo complicar y nada sé acerca de amar. Entonces... ¿cómo puedes llamarme? Sólo dime poeta... poeta de ningún lugar. Dalia Hernández © Derechos reservados  2018 

Hace tiempo que tuve el corazón marchito, amé hasta el cansancio entregando mis horas,  mis mejores años  a esa persona que sin más se arrancó mi amor de sus brazos... por seguir a otras. Hace tiempo mis ojos quedaron secos de tanto llanto, brazos vacíos... noches de olvido, de pensar en qué había fallado tanto.  ¿Será que esperé recibir demasiado? ahora sé que mi error fue perdonarlo. Hace tiempo no sabía  lo que era una mirada de deseo, ni siquiera un abrazo, mucho menos un te quiero. Parecen cosas sin importancia, pero al pasar de los años la escasez de todo eso se vuelve un verdadero tormento. Entonces apareció él, que vino a darle sentido a mis grises días, que me hizo disfrutar de la lluvia en lugar de encerrarme  en mi cuarto a sentirme depresiva, apareció él, que me mira atractiva, que pese a todo lo malo sabe siempre como sacarme una sonrisa. Apareció y me llenó los ojos, el alma, la vida...  de una linda ilusión, dispuesto a escucharme, a brindarme los consejos y el tiempo  q

Caminar sin ver fingiendo interés, oyendo sin escuchar andando sin avanzar. Hablando sin pensar, viviendo sin existir escuchando para callar, mintiendo para vivir. Y es así como intento encender mi sol gastado, con un fósforo y obtener un poco  de calor y luz  a través de un foco roto. Mis zapatos de tanto caminar tienen agujeros bajo las suelas, mis ojos, cansados de buscar se caen a pedazos por las escaleras. Aquí estaré, aquí sigo, planeando mi futuro  cargando mi presente a cuestas. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018 

Sólo eres más de lo mismo  pero aun tengo cartas bajo la manga, tengo un futuro que me aguarda, tengo mi mente repleta de sueños, de metas por cumplir y de esperanza. Tú no estás en mis planes a seguir. Te empeñas en querer cortarme las alas, en desviarme del camino  porque ahora me encuentro en pausa en esta maldita prisión, enjaulada, pero bien sabemos que un día, lo quieras o no... las puertas se abrirán y ya no estaré más. Esperaré que pase el tiempo buscando el momento preciso para volar hacia mi libertad y no tener que ver tu cara nunca más... Sólo es cuestión de esperar. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018 

¿Cuántas veces más  me seguirás golpeando? ¡Maldición!  No sólo los golpes físicos lastiman, lastima un grito, una palabra, lastima la indiferencia en la mirada, hiere lentamente el orgullo ya ni hablar de matar el amor...  donde claramente no lo hay. ¿Cuántas veces más  me seguirás golpeando? ¿Cuántas veces más me seguirás hiriendo? Sólo que hay algo que no estás notando, no importa cuántas veces intentes lastimarme, me importa un carajo... ya no me haces daño. Mejor para los dos. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018 Imagen de Brian M. Viveros

A esa luna tan lejana, tan fría, tan callada que hoy me mira, podré contarle que es momento de partir ahora mismo de tu vida. Te regalo mi silencio que tantas veces suspiró de amor, te regalo el cansancio de mis ojos que siempre esperaron respuestas, aunque fuese un instante de tus latidos deseando significar algo en tu vida. Me voy llevando nada en mis maletas, con las manos lastimadas y vacías, sin cargas, sin dolores,  sin rencores, sin penas, me voy para encontrar paz en mi alma, y buscar si hay luz más allá de la oscuridad, para darle un descanso a mis días. Te regalo lo que tenía, ya no me sirve, ya no lo quiero, tampoco importa. Simplemente no voy a luchar por algo que está perdido y es a mí, totalmente ajeno. En este momento empieza tu eternidad... desde este momento,  tu nombre es olvido. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018

Yo sólo quise quererlo, quise que fuera feliz y que supiera que el amor existe aun en la distancia, quería hacerle creer que no aman los ojos o el cuerpo, que lo que ama, es en sí el alma. Yo sólo quise amarlo, ni siquiera pretendía que me quisiera, me gustaba tanto admirarlo que quise alimentar su autoestima aun cuando la mía se estaba rompiendo. Yo sólo quise contemplarlo, quererlo y amarlo, no por la idea que me había hecho de él sino porque realmente así lo sentía, porque no había nada mejor como estar en su compañía. Era para mí un privilegio que me dedicara aunque fuera dos minutos de su tiempo, pero un día cometí el error de querer que me viera como yo lo veo y que me quisiera como yo lo quiero. Y así fui feliz por mucho tiempo hasta que me rompí y de mi pluma ya no salían más letras porque realmente a él no lo entendía, no sabía lo que realmente él quería, y porque yo no sabía definir ni siquiera como me sentía. Hoy solamente podré verlo en versos, porque un amor que duele no e

De pronto la vida te sorprende con uno de esos abrazos espontáneos que sanan, que reparan los daños, que te hacen sentir a salvo y te devuelven la respiración. Un abrazo que te saca por un instante de la realidad y sus dificultades, del mundo y sus peligros. De pronto el día menos pensado abrazan tu alma tan fuerte y tan bonito que deseas que ese momento sea infinito, que no se vaya... que no termine, te dejas llevar, cierras los ojos y das las gracias al destino por ponerte ahí,  en la hora y el momento preciso. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018

Hoy el universo se ha confabulado para traerte como un rayo de luz a mi pensamiento, quizá sea porque tú eres yo y yo soy tú, unidos por el polvo  invisible de las estrellas y algunos hilos que seguramente se tejieron en el destino unas cuantas vidas atrás. Es por eso que hoy te saludo, donde quiera que te encuentres, hagas lo que hagas, emprendas lo que emprendas... mi alma abraza a la tuya, con mis manos juntas cerca del corazón. Yo bendigo tu camino, estaré eternamente  agradecida con el destino por haberte conocido  en este mundo donde nada poseo, donde nada es mío pero soy parte del universo porque éste habita en ti y en mí. Namasté, querido amigo... Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018

No sé si te ha pasado  que algunas noches... el corazón se pone bruto, sí, se pone a sabotear tus inútiles intentos por ser feliz, la mente se empeña  en apedrearte con pasados  que dejaron abierta la carne, con presentes invisibles, intangibles  y más suicidas que un kamikaze. No sé si te ha pasado pero hay días que realmente  tu cuerpo cae al suelo de cansancio, abres los ojos y sientes   esa pesadez en los párpados y sientes kilos de arena en las pupilas... ¡Maldita tristeza!  Malditas nubes negras que hacen nido en tus entrañas tejiendo telarañas en tu cabeza. No sé si te ha pasado  pero hay mañanas en que respirar  es un acto mecánico, involuntario, pareciera que en la espalda llevaras de problemas emocionales dos bultos y realmente te jode sentirte así. Sí, hay días que el corazón y la mente se ponen de acuerdo para ponerse brutos. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018

Soy hoja que lleva el viento sin dirección, simplemente cayendo, una hoja más entre el resto. Soy gota de agua salada que cae al mar pero no se adapta, soy gota de agua entre el aceite. Soy nube que vuela, viaja, que adopta mil formas  y al final ninguna...  Se hace nada. Soy rosa roja  que se desangra al alba gotas de rocío sutil...  gotas de agua salada. Soy fuego que no quema, soy tiempo que nunca alcanza, soy una piedra más en la distancia. No soy más que un alma vagabunda que navega por el mar de la rutina que intenta mantener la cordura. Soy un alma presa de su mente llevo en el cuerpo cicatrices y en los recuerdos,  escasos momentos felices. Cuando no soy poeta dejo de tener espíritu de dios... mi alma se vuelve totalmente mortal. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018 

Regresé a ese mágico lugar pero nostalgia se colgó de mis zapatos. Es que en esas calles empedradas había restos caducados de recuerdos... Te cuento que busqué tu rostro entre la gente  deseando encontrarte en algún rincón. Pareciera que tu sonrisa, que tus ojos...  los traía como regalo  Ehécatl, el dios del viento. Hoy no hubo lluvia en mis adentros a pesar de los nubarrones sobre mi frente pero los ojos duelen... Quizá ya sean dos lagos estériles y desiertos. Eso pasa cuando cala hondo  el cuchillo profundo del pasado y sus historias. Aunque ya no sangra el pecho. Volví a ese pueblo y encontré cristales de ilusiones rotas que fueron tragados por el tiempo, y por la tirana realidad que nos agobia. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018

Las luces de la calle iluminaban una ciudad exhausta  que dormía en calma... Yo me aferraba a los recuerdos mientras algunas lágrimas rompían el silencio a causa de ese "alguien"  a quien mis suspiros  no llegaban por completo. Fue así como la madrugada se convirtió en su cómplice, trayendo su recuerdo en altas horas de la noche. Qué irónico juego me puso la vida justo a mí, que nunca me gustó el fuego, puso frente a mí un par de ojos negros... labios ciruela, sedientos de besos. Ya no me importaba quemarme, en el fondo deseaba descender a sus infiernos, seguramente sería lo más cercano a tocar el cielo. Pero mis letras no lo alcanzaban... consideré no escribirle más, mucho menos hablarle de amor... aunque mis sentimientos por él seguirían ahí, intactos, callados,  sin fecha de caducidad. Yo siempre estaría dispuesta  a demostrarle con hechos mi cariño en incontables abrazos y suspiros a través de la distancia... aproximadamente mil kilómetros,  pero era mejor ya no pronuncia

¿Y qué se hace cuando despiertas  a las dos de la mañana  y no hay otra respiración  más que la tuya?...  ¿Qué se hace cuando tienes  el ansia de un abrazo o de un beso,  algo que dé calma al alma y al cuerpo?  ¿Qué se hace cuando  lo único que habita en tu cabeza son dudas  y en tu alma remordimientos?  ¿Qué se hace cuando  ya no encuentras la salida,  cuando sólo anhelas bajar el interruptor  con el cual deseas  que ya no duelan las heridas?  ¿Qué se hace cuando sientes  que el tiempo siempre estuvo en tu contra  y ahora, demente, se ríe en tu cara  por las promesas que no cumpliste nunca?  ¿Qué se hace cuando te das cuenta  que el amor... es realmente ciego,  y por más que digan que no es dolor,  lo cierto es que los ojos  llueven hasta el cuello?  ¿Qué se hace cuando se extraña,  cuando en silencio se ama...  cuando estás consciente  que no posees a nadie ni a nada? Nada... Trasfondo complejo,  respuesta simple a la pregunta: ¿Qué tienes?  Nada... ente fantasmal que te rodea  y te

México, tierra de múltiples colores con raíces de sangre y barro... tus habitantes: hombres y mujeres de bronce. Naciste a partir del caos, entre sangre, deidades y muerte. Tienes como escudo el águila sobre un nopal guiada por Huitzilopochtli, muestra de fuerza y valentía, del triunfo de la luz sobre la oscuridad aunque caminemos entre espinas nuestra sangre guerrera y combativa hace de mi pueblo mexicano unificarse  y sobreponerse ante cualquier adversidad. Tus notas en el viento viajeras  son acordes de Huapango, también música de Banda o Norteña, o aquel mariachi que en otros países el nombre de México en alto deja. Qué decir de tus dorados amaneceres, y de tus entrañas que están cubiertas por hermosos campos y valles verdes. También un amor brota de tu interior: Princesa enamorada... Iztaccihuatl Popocatépetl, valiente guerrero que a ese amor correspondía. Dos volcanes cuya leyenda nos recuerda la intensidad de una pasión combinada con tragedia, y su recuerdo, cubierto de nieve se

Si te enamoras de un poeta él te besará a través de sus palabras, convertirá tus ojos y boca en tazas  del café que se bebe en las mañanas. Cuando de un poeta te enamoras creerás encontrarte entre sus letras, te sentirás noche, también luna bella  y tus ojos, al leer sus poemas  brillarán como las estrellas. Podrás cerrar los ojos  y sentir tenerlo cerca, si tienes el privilegio de oír su voz,  alguna vez... hará que te pierdas en una fantasía bella, soñarás vivir un amor especial,  casi dentro de un poema...  más bello que cualquiera. Él te transformará en papel, en música, en ángel...  A él le creerás hasta las más absurdas mentiras,  pensarás que sólo a ti te ama, que eres la musa de su vida. Pero ten cuidado, hay poetas que nunca se enamoran o si lo hacen no es de ninguna mujer en especial, porque tienen de amante a "soledad" y coquetean siempre con "libertad". Cuando de golpe cae la realidad... quedas con el corazón roto,  hecho pedazos y muy dolido,  porque to

Esta noche mis rosas negras  derraman sus oscuras lágrimas en nombre de una pena, en nombre de un amor cuya ausencia arranca los latidos de este corazón. Negro amor que se convierte en dolor por ser un amor callado, por tener que quedarse encerrado sin posibilidad que vea la luz del sol, por ser amor clandestino, amor escondido...  que se pierde entre el presente abrumador. Esta noche sólo ecos me acompañan porque elegí permanecer entre las sombras, siento caer de mis ojos gotas saladas, puedo escuchar un crujir en mi pecho y sentir un dolor profundo e intenso de algo que se rompe por dentro. No te buscaré más, no seré para ti una piedra de tropiezo, ni un mal karma, ni un mal hechizo... sólo moriré en el olvido  como el nombre mío entre tus labios en nombre de aquel beso que jamás será dado y de ese encuentro  que siempre será prohibido. Será mejor así. Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018

Hoy es un día especial  porque así lo dice el calendario,  sin embargo para mí eres especial  desde que te conocí. Fuiste mi primer guía,  mi primer ejemplo con tu valentía de cada día. Me enseñaste que hay que trabajar,  que hay que ser puntual,  aprendí de honestidad  porque así eres tú,  un hombre recto que siempre  trabaja de sol a sol  procurando para la familia lo mejor. Siempre te he admirado,  eres la base de lo que soy  gracias a la disciplina que en mí sembraste. Siempre serás un ejemplo a seguir,  por tu fortaleza de roble,  por tu inteligencia admirable,  por todo lo que haces de forma incansable. Por todo lo que de ti he aprendido, por todas esas veces que estuviste al pendiente de mí, te doy las gracias, y aunque no lo diga muy seguido, sabes que esta hija te admira y te ama. Dalia Hernández   © Derechos reservados  2018 

Cada domingo tiene cierto dejo de nostalgia, como si un pedazo de nube  se hubiera posado en tus manos y sin más... sin darte cuenta,  la perdiste poco a poco  dejando tus ojos secos de llanto. Cada domingo termina siendo un poco más gris, un poco más simple, un poco más lluvioso, un poco más triste, cada domingo termina dejando un hueco en el aire... ya de por sí vacío, ya de por sí solo, ya de por si gastado. Cada domingo es un retroceso en el tiempo intentando encontrarte  en alguna línea paralela de un inexplorado y mágico multiverso, en esa vida distinta, alterna a la mía donde pudiéramos ser y estar sin complicaciones ni tristezas. Cada domingo tiene un poco de ti, de la nada que habitas desde que no estás, de los sentimientos que instalaste y tú mismo en tu maleta guardaste, también empacaste sonrisas,  suspiros, todo... cuando decidiste que lo mejor era alejarte. Y es así como cada domingo sigue teniendo un poco de ti, del eco de tu voz que se quedó suspendido en estas viejas p

Soy la mujer de los ojos tristes, la que mora entre las sombras lanzando suspiros a una nube lejana, la que plasma en versos varios sentires,  la que vive en el lado oscuro de la luna.  Soy la que borda ilusiones con estrellas, la que, con el detalle más pequeño se alegra. La que no ríe demasiado,  la de carácter pesado, la que entrega todo cuando ama demasiado. Soy la que llora en días de lluvia, la que prefiere un café amargo, la que ama la naturaleza o prefiere un buen libro en lugar de ropa de etiqueta  o ir a un sitio caro. Soy un ente extraño y aislado por amar la nostalgia y la tristeza. Soy aquella enamorada de la noche fiel amiga de la soledad y la rareza.  Dalia Hernández  © Derechos reservados  2018 

Muchas de las cosas que antes disfruté,  hoy ya no son como antes,  hay canciones que me traen a la mente recuerdos, lugares, personas...  pero a veces olvidamos que las experiencias  y el camino recorrido,  terminan por cambiar vidas,  entonces la gente que conociste se vuelve diferente a como tú los conocías,  ahora son distintos  de como tú los recordabas. Intento no hacer de esto un reproche,  sólo me gustaría regresar  a esos años en que fui feliz. Quisiera volver a esa época  en la que me enseñabas a leer  y a declamar con paciencia,  cuando me explicabas cada signo de puntuación  o cuando tocabas la guitarra para mí.  Cuando ir de compras  a la tiendita de la esquina  era toda una aventura...  O cuando contabas los chistes  que siempre te caracterizaron  para hacernos reír. Siempre admiré tus valores, tu integridad, siempre añoré tu cariño  cuando te tuviste que marchar. Pasaron casi 20 años  para volverte a encontrar...  Sólo para darme cuenta que nada es igual.  La música me a