Remanente...

Veía una rosa blanca
y en ella estabas tú.
Sentía el sol de la mañana 
besando con su calor mi cara,
y en él estabas tú.

Si miraba hacia la ventana
contemplando un hermoso colibrí
posándose alegremente sobre las flores...
ahí estabas tú
con tu mirada de mil colores.

Si era noche de luna llena,
salía a admirarla porque sabía 
que desde tu ventana también la verías,
nunca nos importó la distancia
para contar juntos las estrellas
o para sentir en la tarde la brisa fresca.

Nunca fue indispensable 
tocarte para poder besarte,
porque estabas en todo
porque tú, lo eras todo.

Podía verte y sentirte 
a mi lado siempre
por tu esencia luminiscente.

Hoy estas letras 
son sólo el remanente
de esos pétalos del amor marchito, 
son las cenizas de un amor 
que se convirtió en cárcel, en dolor,
para finalmente ser humo de olvido.

Dalia Hernández 
© Derechos reservados 
2018 



Imagen: Violeta Pérez Anzorena


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