Infidelidades

Hace tiempo que tuve el corazón marchito,
amé hasta el cansancio
entregando mis horas, 
mis mejores años 
a esa persona que sin más
se arrancó mi amor de sus brazos...
por seguir a otras.

Hace tiempo mis ojos
quedaron secos de tanto llanto,
brazos vacíos... noches de olvido,
de pensar en qué había fallado tanto. 

¿Será que esperé recibir demasiado?
ahora sé que mi error fue perdonarlo.

Hace tiempo no sabía 
lo que era una mirada de deseo,
ni siquiera un abrazo,
mucho menos un te quiero.

Parecen cosas sin importancia,
pero al pasar de los años
la escasez de todo eso
se vuelve un verdadero tormento.

Entonces apareció él,
que vino a darle sentido a mis grises días,
que me hizo disfrutar de la lluvia
en lugar de encerrarme 
en mi cuarto a sentirme depresiva,
apareció él, que me mira atractiva,
que pese a todo lo malo
sabe siempre como sacarme una sonrisa.

Apareció y me llenó los ojos,
el alma, la vida... 
de una linda ilusión,
dispuesto a escucharme,
a brindarme los consejos y el tiempo 
que a quien debía mi respeto, no quiso darme,
porque él estaba muy seguro
que jamás nadie voltearía a mirarme.

Así que ahora debo confesar
que he sido infiel, sí, 
no con el cuerpo, más sí
con el alma y con el pensamiento...
porque honestamente muero 
poder un día, con él encontrarme. 

Por cuestiones de distancia
y otras tantas cosas que 
para mi mala suerte 
de él me separan, 
es que aun no he estado 
de frente con su mirada. 

Y para quien debía mi cariño y respeto 
ya no existe el lugar
que antes tenía en mi alma,
porque lo nuestro solamente lo une 
un papel firmado 
que sentimentalmente, para mí, 
ya no tiene valor de nada,
sólo es cuestión de tiempo
para sentirme de ese contrato liberada.

Dalia Hernández 
© Derechos reservados 
2018 




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