Un extraño en mi camino

Lo veía 
y en mi pecho había una fiesta,
mi respiración ya no era mía,
era un eco que se mezclaba 
entre las ramas de los árboles 
al pasar del viento.

Si el destino era bueno 
y lograban encontrarse nuestras miradas...
era como recibir una sonrisa de la vida,
era como si muy bajito me dijera:
-no todo está perdido, 
no es el fin del camino-.

Pero uno no siempre está dispuesto
a abrirle la puerta a los sentimientos,
prefiero que cada mañana 
siga siendo una fiesta al verlo, porque...
¿quién podría confiar en un extraño?

Dalia Hernández 
© Derechos reservados 
2018






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